La agonía de disponer de cada vez menos agua, y llegar a extremos como el de la región de Coquimbo donde el agua ya escasea incluso para el consumo humano, lleva a pedir con angustia que se invierta en nuevas formas de generar el recurso.
Las alternativas para “producir” agua fresca son pocas en realidad, ya que el agua de la que dispone el planeta es siempre la misma. Eso significa, de forma simplificada, que cae en forma de lluvia y/o nieve (que luego se licúa), corre hacia el mar, se evapora y vuelve a llover; y en ese recorrido, en ocasiones, infiltra algo a las napas subterráneas. En ese ciclo es aprovechada para el consumo humano, para la producción de alimentos -a través de la agricultura y la crianza de animales- para la mantención general de la naturaleza y todas necesidades básicas de cualquier sociedad.
El problema es que, en términos hídricos, el cambio climático ha traído, entre otras cosas, cambios en los momentos, volúmenes y zonas de la caída de las lluvias. Eso es lo que tiene a Chile con una sequía que afecta a buena parte del país, con distintas intensidades, y que ha generado una escasez hídrica que ya es estructural, provocando, además, entre otras cosas, que las napas subterráneas, se agoten, se concentren y se salinicen, amenazando aún más el acceso al recurso.
Los chilenos, en todos sus niveles, deben entender que Chile ya no volverá a tener el agua que tuvo o de la forma en que la tuvo, independiente de que se produzcan ríos de lluvias como los que se vieron hace poco más de un mes. Por lo tanto, se vuelve prioritario, además de hacer un uso más eficiente del recurso, buscar formas para obtener agua de las que ya estamos usando, como por ejemplo, el reúso de aguas grises, u otras como los riles, tratadas y desalinizar las aguas.
La desalinización, o desalación como la denominan algunos, no se realiza solo a borde de mar, sino también cuando las aguas disponibles son altamente salinas, ya sea de napas subterráneas o aguas superficiales donde la concentración de sales ya no permite que sea utilizada. Cuando esa es la única agua disponible, contar con un sistema que la vuelva potable puede ser la salvación no solo de áreas de cultivo - lo que devuelve las fuentes de ingresos a pequeñas localidades - sino también asegurar el agua para el consumo humano. Es lo que han hecho en las Salinas de Pullally, en la zona agrícola de Papudo, en donde el alto contenido de sal de los pozos llevó a que prácticamente desapareciera el cultivo de cerca de 700 hectáreas de frutillas de pequeños agricultores que, al verse sin fuentes de ingresos, comenzaran a vender las tierras familiares. Sin embargo, como mostró Revista del Campo de El Mercurio hace unas semanas, una experiencia piloto unió a un agricultor, a una empresa privada y a autoridades regionales y nacionales, y permitió construir una pequeña planta para desalar el agua de los pozos y, con ello, comenzar a recuperar el cultivo.
Es cierto que, como todo, la desalinización genera impactos negativos, especialmente la salmuera que deja el tratamiento. Y ahí es donde serequiere el ingenio. En Pullally encontraron en la quinoa una salida: ese pseudocereal es muy rústico y crece sin problemas regado con aguas salinas. Así la pequeña planta desalinizadora permitió aprovechar los recursos y obtener dos cultivos, lo que generaría ingresos suficientes para pagar un agua que puede ser algo máscara, pero… ¿no es verdad que el agua que no se tiene es la realmente cara?
Lo que muestra el ejemplo de Pullally es que con el esfuerzo y voluntad de todos se pueden encontrar soluciones, que den un respiro a los que angustiados ven como la ausencia del recurso hídrico les seca sus fuentes de ingresos y los obliga a abandonar sus hogares. Está claro, eso sí, que cualquier acción que se realice debe ser bien hecha: buscando las alternativas más rentables, tomando las precauciones para que el impacto sea el menor posible (toda acción tiene un impacto, la sustentabilidad es precisamente hacerlo con el menor posible), con el soporte técnico y los equipos - motores y bombas-, adecuados para el trabajo con altos contenidos de sales. En esto no basta solo la buena voluntad, sino que es esencial una buena ejecución para que el beneficio sea para todos.